
El último suspiro: Carta de despedida de una planta cansada
junio 12, 2025
Adiós Tabaco: Historia Final
junio 12, 20251️⃣ 1939: Un cigarro antes de la guerra
París, septiembre de 1939. Louis, un joven poeta, fumaba un cigarro de tabaco rubio en una estación de tren. Su hermano lo esperaba con la mochila al hombro.
«No tardes en volver,» dijo Louis, exhalando el humo con una sonrisa forzada.
Su hermano se encogió de hombros y subió al tren.
Nunca regresó.
Treinta años después, Louis aún guardaba en su escritorio el cigarro que su hermano nunca fumó.
2️⃣ 1965: La última conversación entre padre e hijo
Barcelona. Miguel llevaba semanas sin hablar con su padre. El orgullo se había instalado entre ellos como una pared invisible.
Una tarde, su padre se sentó frente a él, encendió un cigarro de tabaco negro y dijo:
«Hijo, hay cosas que solo se entienden cuando el humo se las lleva.»
Miguel no respondió. Solo miró el cigarro consumirse lentamente.
Meses después, su padre falleció. Miguel encontró en el escritorio un paquete de tabaco con una nota:
«Lo siento, hijo. Guardé esto para fumar contigo. Ojalá hubiera habido tiempo.»
Miguel encendió uno, pero no supo si fue por nostalgia o por arrepentimiento.
3️⃣ 1992: La mujer que curó su ausencia con humo
Mariana, 54 años, vivía sola en un pequeño piso en Madrid. Cada noche, abría la ventana y encendía un cigarro de tabaco artesanal.
«Nunca fumé antes, pero el tabaco tiene algo que llena los silencios.»
Su hija había emigrado a otro país. Mariana intentó llamarla, pero la vida parecía siempre interponerse.
Una noche, su hija le envió un mensaje:
«Mamá, ¿por qué fumas?»
Mariana sonrió y respondió:
«Para sentirte cerca cuando no estás.»
4️⃣ 2025: La última hoja de tabaco en una mesa vacía
Tomás, 97 años, había dejado de fumar hacía décadas. Pero aún guardaba una hoja de tabaco fresco en su bolsillo.
«Era de mi esposa. La última que tuvo antes de partir.»
Cada noche, la sacaba, la olía y la dejaba sobre la mesa. Nunca la encendió.
«Si la convierto en humo, desaparece. Prefiero que siga aquí.»
El día de su muerte, la hoja aún estaba en su bolsillo.
Epílogo: Cómo quemar esta historia
Imprime este texto. Envuélvelo con una hoja de tabaco real. Enciéndelo. Mira el humo y escucha las voces que aún viven en él.
Si solo ves ceniza, quizás necesites un mejor tabaco.