1️⃣ 1917: La tregua silenciosa entre bocanadas de humo

Verdún. Una noche fría en las trincheras, dos soldados enemigos quedaron atrapados en el mismo refugio. Sin balas ni salidas, solo tenían una bolsa de tabaco artesanal.

«Si vamos a morir aquí, al menos fumemos primero,» dijo uno.

Compartieron el tabaco, sin palabras, solo con el sonido del papel ardiendo.

Cuando encontraron sus cuerpos días después, la bolsa de tabaco seguía entre ellos, intacta.

2️⃣ 1954: El cigarro de un amor perdido

Barcelona. Marta y Joaquín solían fumar juntos en la terraza de su pequeño apartamento. En su último día juntos, él encendió un cigarro de tabaco rubio y dijo:

«Cuando me extrañes, fuma uno. Te juro que me sentirás cerca.»

Años después, Marta encontró un paquete con su tabaco favorito.

Encendió uno.

No supo si era él, pero por un instante, el humo le trajo su risa otra vez.

3️⃣ 1982: La promesa sellada con tabaco

En La Habana, dos hermanos compartieron su último cigarro antes de que uno emigrara.

«No importa dónde estés, mientras fumes el mismo tabaco, estaremos juntos.»

Décadas después, en otro país, el hermano encendió un cigarro cubano y cerró los ojos.

El humo olía a casa.

4️⃣ 2025: La última hoja de tabaco en una mesa vacía

Tomás, 97 años, había dejado de fumar hacía décadas, pero aún guardaba una hoja de tabaco seco en su escritorio.

«Era de mi esposa. La última que tuvo antes de morir.»

Cada noche la olía, la tocaba con los dedos y la volvía a dejar.

El día de su muerte, la hoja seguía en la mesa, intacta.

Epílogo: Cómo quemar esta historia

Imprime este texto. Envuélvelo con una hoja de tabaco real. Enciéndelo. Mira el humo y escucha las voces que aún viven en él.

Si solo ves ceniza, quizás necesites un mejor tabaco.